jueves, 17 de julio de 2008

Crónicas de Lanzarote

Capítulo 2. Los tontícolas.

Por fin estoy en Lanzarote. El mar, el sol, la tierra negra volcánica, sus gigantes pelirrojos...
(¿Ein?).

La isla está llena de alemanes e ingleses, y en general toda clase de "bárbaros del norte" (yo soy un bárbaro, pero del sur)... todos con la piel muy blanca, casi transparente, y el pelo rubio o rojizo. Como los elfos del Señor de los anillos, pero en cutre, claro. Porque no me imagino a Arwen con sandalias de plataforma, ni a su padre con camiseta de tirantes... (bueno, a su padre sí, basta con revisionar las aventuras de "Priscilla, Reina del desierto").

Cuando uno viaja normalmente es para ver sitios diferentes a su país, a su entorno... con la intención de hacer las mismas chorradas. Pero los gigantes pelirrojos lo llevan a sus últimas consecuencias. Sobre todo los ingleses. En su día debieron pensar: ¿Que no molaría tener este mismo Pub irlandés enfrente del mar y con sol? Le añades una tienda de pakistaníes vendiendo "gadgets" tecnológicos (que como todos sabemos, está en su cultura desde tiempo inmemorial vender ipods baratos) y un tex-mex en el que poder dar de comer a los niños la comida típica de Canarias (spaguettis y pizza), sin que molesten demasiado. Le añades una perfumería cada dos o tres tiendas y tienes "Puerto del carmen"...

Pero no acaba ahí la cosa... yo he venido a pasarmelo bien, pensaron, o mejor, qué narices,
¡estoy de vacaciones! que otros se lo pasen bien por mi. ¿Dónde hay animadores de hotel? vamos, bufones, entretenedme, que soy el rey de los cangrejos... (al menos a juzgar por el tono de mi piel). Ahhh, esto es vida. Una piscina caldorra, un montón de gente de mi barrio, un hotel calcado a los que hay en mi país, la misma comida y hasta los mismo idiomas... y encima un tipo agitando los brazos por mí mientras suena "la macarena" a un volumen intolerable... esto es vida, pero...

Sólo falta un detalle. ¡Camarero! ¡Aún veo el mar! ¡Aún la roca volcánica haciendo contraste y el paisaje natural más bello que jamás han visto mis ojos!

Déle la vuelta a mi tumbona por favor, y oriéntela hacia mis congéneres, que no puedo soportar tanta belleza...

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