viernes, 16 de enero de 2009

Dudas y más dudas


A veces ciertos pensamientos más que hacerte reflexionar te dejan inquieto. Ayer veía a Eduard punset hablar de la inmortalidad (¿alguna vez será capaz de hablar de algo frivolo e insignificante como Paris Hilton, la ética de los banqueros o mi sueldo?), y comentaba que todas las celulas del cuerpo se regeneran completamente cada 6 años. Esto hace preguntarte muchas cosas, tales como ¿Por qué se afirma con tanta ligereza que la gente no cambia nunca? ¿Quien soy en realidad? Mi antiguo yo habrá cerrado el gas antes de salir de casa? ¿en qué momento se produce el cambio? ¿Avisa? podria estar escribiendo esto con vosotros ahora mismo, y cambiar, con lo que no sabría cómo queria continuar esta entrada mi antiguo yo... es como si en el curro cada seis día te pidieran continuar el curro del otro... no sabriamos por donde empezar (tal vez por eso estamos tan perdidos), y nada estuviera a nuestro gusto.

Pero lo más significativo es que según él, existe un grupo de células en el organismo que jamás mueren, si son traspasadas a través de los genes. Tal vez seamos somo una cáscara de nuez que al pudrirse ésta produce otro nogal y otra cáscara, un regalo que cambia de envoltorio pero que siempre hace ilusión a quien lo recibe (y no hablo de lanzar la simiente contra la cara de ninguna, al menos sin avisar antes), y así sucesivamente hasta el fin de los días.
O hasta que los átomos que forman esas células dejen de estar cohesionados entre si y pase a formar parte de otras células. De otras nueces. De otros regalos.

Pero no me inquieta lo que seremos, ni lo que somos. Me inquieta lo que fuimos. En una terrible egolatría propia del mejor de los farsantes hecho vidente, diría que fui con toda seguridad Napoleón Bonaparte, antes Amenophis III y antes aún el descubridor del fuego. Incluso parte del primer mamifero que surgió del agua. O protozoo proveniente de la sopa primigenia de la que procede la vida. En otras vidas... o no. Porque segun esta teoria solo hay una vida, una nuez, con infinidad de cáscaras.

Seres de contrastes (y esto es lo que me inquieta), eso es el ser humano. Un animal contradictorio capaz de desarrollarse, cargarse el planeta (él solito), inventar internet (para que yo, ególatra ex-napoleón-Amenophis-cavernicola, pueda revelaros esta verdad universal), y al mismo tiempo estar preocupado porque mañana tengo que ayudar a mi madre a ordenar el sótano.

Y no me apetece nada. Ni a mi, ni a mis primigenias y perezosas células.